sábado, 24 de septiembre de 2011

Apuntes para una historia del CASLEO


Como ya ha sido comentado en este blog, la actividad astronómica en Argentina comenzó durante la colonia española. Pero creo no equivocarmen en decir que la astronomía profesional se inició durante la presidencia de Sarmiento. Nuestro primer observatorio, el Observatorio Nacional Argentino, fue fundado en 1871 por el presidente Domingo Faustino Sarmiento en la ciudad de Córdoba. Su primer director fue el astrónomo norteamericano Benjamin Apthorp Gould, quien produjo las primeras cartas celestes del Hemisferio Sur, siendo pionero en la utilización de la fotografía. Diez años después, en 1881, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Dardo Rocha, fundó el Observatorio de La Plata.

En 1942, se inauguró la Estación Astrofísica de Bosque Alegre, vinculada al Observatorio de Córdoba (ex Nacional): con un telescopio reflector de 1,54 m de diámetro era el mayor del hemisferio sur. Con ese instrumento, Enrique Gaviola, uno de sus más prestigiosos directores, realizó estudios que produjeron un gran impacto, sobre la nebulosa de η-Car (Eta Carinae. I. The Nebulosity y Eta Carinae. II. The Spectrum), uno de los objetos más estudiados del hemisferio sur.


Observatório Nacional Argentino (hoy Observatorio Astronómico de Córdoba) hacia 1874, poco después de su fundación. (tomado de Uranometria Argentina 2001)


Pero a mediados de la década del 50 el telescopio de Bosque Alegre era claramente insuficiente para las necesidades de una comunidad astronómica creciente y que producía trabajos de calidad internacional. Estudios hechos en La Plata hacia 1958 concluyeron que se debería construir un gran telescopio, gemelo del que se iría a instalar en Kitt-Peak (estado de Arizona, EEUU). Los norteamericanos cedieron los planos para construir un telescopio refelector de 2,15 m de abertura, incluyendo la cúpula y las máquinas para el figurado de los vidrios de la óptica mayor. Al mismo tiempo el Consejo de Rectores de Universidades Nacionales le daba todo el apoyo a la iniciativa astronómica nacional.

Este telescopio sería el mayor del hemisferio austral, lo que le daría una ventaja estratégica, ya que los objetos más interesantes de nuestra Galáxia están debajo del Ecuador (por ejemplo, las Nubes de Magallanes, o η-Car). De esta manera Argentina lograría ponerse al frente de la investigación astronómica no sólo de América del Sur, sino también de Australia y Sudáfrica y alcanzando niveles semejantes a los de EEUU y Europa.

La Universidad de La Plata adquirió en 1960 por 115.000 dólares, los vidrios de los espejos y gracias a un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) pagó 526.130 dólares a Boller & Chivens la construcción de la montura, y 105.000 dólares el debastado y pulimiento de los espejos.

Entre 1960 y 1967 se hizo la búsqueda del sitio donde sería emplazado el futuro observatorio. Se estudiaron distintos lugares en las provincias de San Luis, San Juan, Catamarca, La Rioja, Mendoza, Córdoba e incluso Buenos Aires. El lugar escogido finalmente fue una elevación a 2.500 m del nivel del mar, al este de la Cordillera de los Andes, casi frente al Mercedario, segundo pico de América, y al oeste de la Banda del Tontal, un cordón paralelo de menor altura (la precordillera). Cuatrocientos años atrás, este lugar le era entregado por una Cédula Real a García Hernández de Villanueva bajo el nombre de "Valle del Inca o del León, sito a la otra banda del Tontal". El león refería a nuestros felinos salvajes (pumas) que todavía asolan esa geografía, sin embargo todavía se discute el porqué del diminutivo: algunos creen que leoncito viene de la unión de las palabras leon y sito de la cédula real. Cientos de años después la región estaría en el centro de las guerras de la independencia: frente a ella se encuentra la entrada al histórico Paso de Los Patos, uno de los pocos portezuelos (cruces) de la Cordillea hacia Chile, y por el que el General San Martín atravesara en 1817 junto con parte del Ejército de Los Andes. Una tradición dice que San Martín acampó donde hoy pasa el camino hacia el Observatorio (cerca de la sede de Parques Nacionales y la escuelita rural) y durmió bajo un sauce que hasta hace pocos años aún verdecía.

La ubicación precisa del observatorio en la provincia de San Juan, es S31°47'57", W4h37m12s, a 240 km de la capital provincial y 35 km de la más próxima localidad de El Barreal, en el departamento de Calingasta. Hacia el sur, a 92 km por la ruta nacional 149 se encuentra Uspallata. En el movie de abajo, generado por medio de Google Earth pueden darse una idea de la ubicación del observatorio.


El telescopio llegó a La Plata en 1969 y quedó allí guardado por un largo tiempo a la espera de mejores tiempos. En 1973 durante una reunión de los representantes de los observatorios de La Plata, Córdoba y San Juan, junto con el recientemente creado Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE) se decidió crear un organismo nacional que concretara el proyecto gestionándose un proyecto de ley que impulsara la creación del observatorio. El proyecto de ley nunca prosperó. De nada sirvió la manifestación de la comunidad astronómica de que 2/5 de la obra había sido realizada y que el restante de la inversión era en moneda nacional. En 1977 la Secretaría de Ciencia y Técnica (hoy Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación) se reunió con los rectores de las universidades de Córdoba, San Juan y La Plata y firmaron un convenio para la prosecución de los trabajos. En junio de ese año el proyecto fue declarado de interés nacional y se llamó a licitación para la realización de las obras civiles. En 1978 y después de una paralización de 8 años, se retomaron las obras, sin embargo la empresa constructora quebró con un 30% del trabajo concluido.

El 10 de mayo de 1983 se creó el Complejo Astronómico El Leoncito (CASLEO) con los fines de "a) prestar servicios especializados para la realización de investigaciones en el campo de la astronomía y b) coordinar tareas de investigación destinadas a lograr el máximo aprovechamiento de su infraestructura observacional". También se nombró su primer director, el Dr. Hugo Orlando Levato. Las obras fueron retomadas en 1984, después de una batalla judicial que incluyó la desapropiación de la estancia y el conflicto con la empresa constructora.

Finalmente el 12 de septiembre de 1986, con la presencia de las autoridades nacionales y provinciales, se inauguró el observatorio, como ya hemos dado cuenta en otro post.



Sede provisoria del CASLEO, en la ciudad de San Juan (septiembre de 1986).

En 1993 El Leoncito pasó a ser una Reserva Estricta administrada por Parques Nacionales que posteriormente se convirtió en Parque Nacional. El telescopio original, el dosquince, fue bautizado Jorge Sahade, maestro de astrónomos argentinos e impulsor de la creación del observatorio. Otros instrumentos fueron instalados justificando el nombre de complejo, entre ellos un telescopio de 60 cm y otro de 40 cm. Desde 1989 funciona un Laboratorio de Heliofísica, que cuenta con instrumentos para observar la actividad solar y la ionósfera terrestre. El actual director del CASLEO es el Dr. Ricardo Gil-Hutton.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Posdata a "El Padre de la Astronomía..."

Posdata a la entrada "El Padre de la Astronomía Latinoamericana":

La siguiente es una fotografía tomada por el autor en el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", el 10 de septiembre de 2011. (Con las disculpas debidas por la calidad de la fotografía.)


El texto, bajo el título Eclipse en un satélite de Júpiter, dice lo siguiente:

Las actas de la Real Sociedad de Ciencias de Upsala (1748) publicaron un artículo de Pehr Wargentin con observaciones sobre eclipses en el primer satélite de Júpiter. En la séptima columna se indica el lugar de observación. Allí, la referencia "Cofm." significa "Misión de San Cosme, Paraguay". El astrónomo sin nombre que había aportado los datos era el padre jesuita Buenaventura Suárez, nacido en Santa Fe, junto al río Paraná, en 1679.

G.P.

domingo, 11 de septiembre de 2011

El Leoncito, 25 años después

"Mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte del mar" (Charly)
Una nota entre la historia y la anécdota, entre el pasado y el futuro.

No todos son malos recuerdos en septiembre. Hace 25 años, en 1986, por ejemplo, dos estudiantes de física de la Universidad de Buenos Aires, Guillermo Andrés Lemarchand y quien suscribe, nos embarćabamos el día 10 en un ómnibus con destino a la ciudad de San Juan. Después de pasar el día 11 (feriadísimo en la provincia cuna del más famoso educador argentino) visitando la ciudad, en la madrugada del día 12 tomamos otro ómnibus que nos llevaría hacia la precordillera de los Andes, al sitio conocido como Estancia El Leoncito donde sería inaugurado oficialmente el mayor observatorio astronómico del país con la presencia del presidente de la República, Raul R. Alfonsín, el secretario de Ciencia y Técnica, el matemático maestro de maestros Don Manuel Sadosky (que doctores son muchos, pero pocos tienen dones), autoridades provinciales, la comunidad astronómica argentina, y un grupo numeroso de estudiantes de todo el país. Hubo también una manifestación de docentes, que llevaron sus reclamos hasta el lugar.

Hubo Sol, hubo viento. Hubo bombos ahogados de los manifestantes. Hubo discursos, vino y empanadas. Eso fue el 12 de septiembre de 1986, hace exactos 25 años.

Veinticinco años es un buen número para hacer un balance. El Complejo Astronómico El Leoncito (CASLEO) continua siendo el mayor observatorio del país, por donde muchos estudiantes de astronomía han pasado para realizar sus primeras armas en la observación. Inicialmente contaba con el telescopio Jorge Sahade (JS o "el dos quince") de 2,15 m de apertura (diámetro). Hoy en día el JS tiene un detector CCD de 1340x1300 pixels, un espectrógrafo Echelle con R=12.500 y un fotopolarímetro. Además se instaló el telescopio Helen Sawyer Hogg (HSH) de 60 cm de apertura en el pico Burek y el Horacio Ghielmetti, un Schmidt de 40 cm de diámetro usado para búsqueda de planetas extrasolares.

En 1999 fue instalado el Solar Submillimeter Telescope (SST), único en el mundo, observa la actividad solar en 212 (1,4 mm) y 405 (0,7 mm) GHz. Entre muchos de los aportes que hizo, el más importante sin dudas fue el descubrimiento de una componente espectral nueva observada durante explosiones solares (flares). Junto con el SST fueron instalados otros instrumentos solares, como una cámara infra-roja (10 micrones), una cámara H-alfa y un espectrógrafo óptico. Además hay un receptor de VLF que estudia la ionósfera terrestre que es parte de la red SAVNET, un detector de rayos cósmicos y un medidor del campo eléctrico terrestre. A principios del mes de octubre de 2011, dos polarímetros solares en 45 y 90 GHz serán emplazados en El Leoncito para dar mayor cobertura espectral. Hay proyectos de poner instrumentos en frecuencias todavía más altas.


No hay dudas de que El Leoncito fue un agente importante en la formación de astrónomos en Argentina en los últimos 25 años. Además de los estudiantes de los tradicionales cursos de Córdoba y La Plata; la Universidad de San Juan abrió la carrera de Astronomía. Sus primeros graduados realizaron especializaciones en el exterior y ya están regresando a San Juan y Mendoza aumentando la capacidad científica del lugar.

En lo personal, desde aquel 12 de septiembre de 1986 quedé enamorado del Leoncito. Hice mi doctorado con observaciones del CASLEO y allí sentí la vocación observacional. Volví como posdoc en un tema diferente, y ahora voy regularmente como profesional. La foto que ilustra este post, es un pálido reflejo de la belleza del sitio. La figura del "dos quince" (el JS) se recorta en el fondo andino de nieves permanentes en que se destaca el pico Mercedario.

Pero lo que más rescato es a su gente, los ingenieros, los técnicos, el personal de apoyo con quienes viví muchas historias de alegrías y esperanzas y con quienes espero seguir compartiendo muchas luchas. Por una situación laboral, no pude ir personalmente a abrazarme con los auténticos protagonistas de esta historia en el día de la celebración. Levanto desde aquí una copa de vino virtual!

Y a los lectores de este blog, les agradezco la paciencia de leer estas memorias, tal vez demasiado nostálgicas y les prometo enviar un nuevo post contando la historia del CASLEO.

martes, 6 de septiembre de 2011

"Sólo tardaron un instante en cortarle la cabeza, pero puede que Francia no produzca otra como la suya en todo un siglo” (*)

Algunos lo llamaron “el Newton de la Química”, aunque Antoine Lavoisier (1743-1794) expandió su curiosidad por diversos campos, desde el derecho hasta la geología, pasando por la política y la economía.

Pero fue escuchando al astrónomo Nicolas Louis de Lacaille cuando comenzó a volcarse por las ciencias.
A los 23 años recibió la Medalla de Oro de la Academia Francesa de Ciencias por  su ensayo sobre la mejor forma de iluminar las calles de una gran ciudad. Unos años después se casó con Marie-Anne Pierrette Paulze, que por entonces tenía trece años y se transformó en su activa colaboradora.

Durante el siglo XVIII, el estudio químico de los gases adquirió un notable empuje en Gran Bretaña. El fisiólogo Stephen Hales desarrolló la cuba neumática para recoger y medir el volumen de los gases liberados en un sistema cerrado y desencadenó una serie de descubrimientos. El escocés Joseph Black publicó en 1756 sus estudios sobre las reacciones de los carbonatos de magnesio y de calcio que le permitió descubrir el dióxido de carbono, que Black denominaba aire fijo.

En la década siguiente, el físico británico Henry Cavendish aisló el ‘aire inflamable’ (hidrógeno). También introdujo el uso del mercurio en lugar del agua como el líquido sobre el que se recogían los gases, posibilitando la recogida de los gases solubles en agua. Esta variante fue utilizada con frecuencia por el multifacético británico Joseph Priestley, quien recogió y estudió casi una docena de gases nuevos.
Mientras estudiaba las propiedades del CO2 producido en una fábrica de cerveza, Priestley descubrió que cuando el gas se disolvía en agua producía una bebida agradable que llamó soda. No explotó comercialmente la idea pero sirvió para aumentar su prestigio social, prestigio que no alcanzaba para compensar los odios que desataba la libertad de su pensamiento.  Sus conciudadanos no toleraban el espíritu crítico del clérigo Priestley ni mucho menos su adhesión a la causa revolucionaria republicana que estalló en América (1776) y luego en Francia (1789)

Mientras tanto, la vida de los Lavoisier transcurría gratamente. Con ingresos provenientes de la Ferme-Générale, una corporación encargada de cobrar impuestos, los Lavoisier se dedicaban buna parte de su tiempo a la ciencia y a organizar veladas con políticos e intelectuales. Cuentan que fue en una de esas cenas donde los Lavoisier conocieron a Priestley.

El inglés entusiasmó a todos con sus descubrimientos y del salón marcharon todos al laboratorio. Preiestley le abrió la puerta y Lavoisier trazó el sendero que lo inmortalizaría en el mundo de la química, aunque con el tiempo nacieran rencores entre los dos.

Los últimos años del siglo XVIII fueron malos para nuestros protagonistas. Los flemáticos británicos perdieron la calma con Priestley y le quemaron su casa. El inglés republicano tuvo que huir a Estados Unidos y terminar sus días bajo la protección de Thomas Jefferson.

Peor les fue a los Lavoisier. En 1794, Antoine fue acusado de traición y condenado, junto al padre de Marie-Anne,  a la guillotina. Eran tiempos jacobinos y ellos eran del ala girondina, moderada, de la revolución. La posición de ambos en la Ferme-Générale jugó en contra, aunque el propio acusador, Antoine Dupín, también había sido miembro de la Ferme.

Experimentos de Lavoisier sobre respiración humana. El dibujo es de Marie-Anne Lavoisier, quien se ubica a si misma tomando notas, en el extremo derecho de la obra

El 8 de mayo de 1794, Marie-Anne perdía a su padre y a su esposo y comenzaba un largo calvario. Le fueron confiscadas todas sus propiedades, el laboratorio y todos los papeles de su esposo, no obstante se las ingenió para reunir y editar Memorias de Química, una recopilación los trabajos que realizaron juntos donde aparecen ordenados los principios de la nueva química. Muchos años después, Marie-Anne se volvió a casar, esta vez con el famoso físico Benjamín Thomson, el Conde Rumford, pero nunca dejó de usar el apellido Lavoisier.
Fabián Blanco
Carlos Borches

(*) ”Cela leur a pris seulement un instant pour lui couper la tête, mais la France pourrait ne pas en produire une autre pareille en un siècle.” escribió el matemático Lagrange lamentando la suerte final de Lavoisier